Resumen: |
Las poesías de José Juaquín de Olmedo, estadista americano, poco conocido de los letrados en Francia, son célebres en todos los países donde se habla la lengua de Cervantes. Su nombre es uno de los más ilustres y de los más populares de América meridional. Desde hace tres cuartos de siglo, irradia un vivo resplandor, inseparablemente unido a aquel de Simón Bolívar, el Libertador, este artesano inmortal de la independencia americana, tan digna de ser menos olvidada en el viejo continente. Olmedo lo conoció, lo admiró y lo sirvió. Por sobre todo, le canta como ningún otro, con versos soberbios, magníficos y apasionados, con este entusiasmo sincero y comunicativo que, en un corazón noble, abrazado de amor a la Patria, provocarán siempre la grandeza del alma y las maravillosas hazañas de un héroe que sacrificó las prerrogativas del nacimiento y las ventajas de la fortuna, las alegrías y la quietud de las existencia, para conquistar, al precio de veinte años de prodigiosos esfuerzos, la libertad de cinco naciones. |