Resumen: |
El disfrute del arte que tanto necesitamos para humanizarnos... Así los distintivos de estos cuentos. Vibran la realidad costeña, la universalidad del ser y la sociedad espoleados por contradicciones y delirios cotidianos.
También la ternura ante el débil y los instantes mágicos que no han muerto en la sangre apasionada ni en las callejuelas del alma del litoral y de Guayaquil.
Encanto de narrar y de leer, hoy, cuando Mario Valdez Zeballos acierta en afirmar que los poetastros y pedantes narradores (con sus criticastros a cuestas), escriben para sí oscuridades y oquedades que únicamente "los genios" podrán aguantar y entender. |