Resumen: |
Desde el poder, representado en la ciudad por la plaza central, se emite el discurso oficial. Sin embargo, así como la urbe es espacio civilizatorio, es también, y por su misma estructura opresiva, lugar ideal para la transgresión. La ciudad crea a sus propios marginales, a los que esconde en las periferias que a la vez son espacios simbólicos que niegan a la ciudad la posibilidad de establecer límites geográficos precisos. Así pues, todo movimiento se gesta en los submundos, y se relaciona conflictivamente con el poder central.
La prosa de Ruales nace, crece y se multiplica en las periferias del lenguaje, del centro normativo de la lengua. Esta excentricidad surge de una relación problemática y problematizada con el poder: con la Ciudad, con el Padre, con el Lenguaje Poético y Culto (...) Ruales ha adoptado la actitud literaria de aque que escribe fuera de los márgenes impuestos por su Generación, por su Tradición, y desplaza a la lengua hacia terrenos donde la libertad del exiliado, del marginal, entra en terrible conflicto con el deseo de plegar al poder y su capacidad para urdir utopías, esto es, a la redención.
El autor transforma la comunicación marginal, de referentes "profanos", "vulgares", en palabras literaria intensa, en imagen siniestra. Entre la semisonrisa y el horror, vemos a un lenguaje picaresco transformarse en sórdido humor negro... |