Resumen: |
Pese a su exilio conciente, la obra narrativa de Herrera es un retorno inminente sobre los pasos de la memoria. Como él mismo dirá, "es la mejor forma de exorcizar la nostalgia del exilio".
Calles, plazas, casonas con patios interiores, canchas de fútbol y una legendaria cantina llamada La Cueva son algunos de los escenarios que surgen a lo largo de la narración para dar lugar a los recuerdos de los protagonistas.
La novela cuenta con un narrador cuya presencia es imperceptible durante la mayor parte del tiempo. Es apenas aquel que da pie a que uno u otro de los personajes tome parte en la conversación. La historia, la sucesión de recuerdos, la descripción del paisaje, las acciones breves suceden a manera de un diálogo constante e irrefrenable que lo reconstruye todo.
La obra de Telmo Herrera es, en el sentido artístico, multifacética como él. Es una narración poderosa, contundente y segura del lugar que ocupa en el imaginario de una ciudad temperamental y cambiante como Quito. La audacia de las lenguas de sus personajes irrumpe en una sociedad de conventos para ajustar cuentas con la memoria. |