Resumen: |
Producto maravilloso que se ha ido perdiendo conforme la tertulia y el arte de conversar han languidecido hasta un punto de agonía, es la leyenda. En mi infancia -y de eso hará apenas treinta años en pueblos, lo mismo de la costa que de la sierra, asistí a deliciosas sesiones de charla. Largos ocios de sobremesa, aún más largas veladas, se animaban hasta hacernos perder a los contertulios la noción del tiempo, merced a la magia de dos o tres grandes conversadores. |