Resumen: |
Esta obra llama la atención, pues se sale de la corriente para abordar el tema de lo histórico y cultural, a través de una propuesta literaria que nos se circunscribe al estricto esquema del indigenismo, y nos da una visión del mundo indígena en sus aspectos mitológicos, históricos y culturales. En Tierra de Cristal oscurecida se habla de lo que era antes, y que sigue siendo: la chicha, la fiesta, las cosechas, el maíz. Incluso las guerras y los guerreros no pueden desprenderse de la filiación con la tierra y el maíz. He aquí la riqueza del libro, al descubrirmos una realidad sobre la cual cobra sentido la reinvindicación de identidades culturales distintas a las occidentales. En cada página estamos obligados a recordar que existían y existen pinkullos, bocinas, zampoñas, quenas, amautas, aravicos; que por la geografía andina hay lugares como Tumipamba, Ingapirca, Mojanda, Turi; que sobre Caricocha y Guarmicocha vuelan cóndores, quilicos, perdices; que la chonta y el arrayán, los arupos, cabuyos y retamas se mueven dulces al pasar de los danzantes, y que cada uno de nosotros hay un chasqui anunciando nacimientos, vidas, muertes y trascendencias. Además, en este libro constan los nombres de numerosos pueblos, algunos desaparecidos, otros que en la actualidad están revitalizando su presencia: cañaris, zarumas, catacochas, tarquis, caribambas, tomebambas, huamac, yunguillas, puruhayes, saraguros, piscobambas, chuquipatas, cumbes, manganes, molleturos, sayausíes, etc. |