Resumen: |
La civilización se sumió en su segunda era de tinieblas por un camino previsible de sangre, aunque a una velocidad que ni el futurista más pesimista podría haber augurado. Fue como si hubiera estado esperando su final. El 1 de octubre, Dios estaba en su cielo, la Bolsa se situaba en 10.140 puntos, y casi todos los vuelos funcionaban con puntualidad (salvo los que llegaban y salían de Chicago, lo cual era de esperar). Al cabo de dos semanas, el cielo pertenecía de nuevo a los pájaros y la Bolsa no era más que un recuerdo. En Halloween, todas las ciudades importantes, desde Nueva York hasta Moscú, hedían bajo los cielos desiertos, y el mundo tal como lo conocen había pasado a la historia. |